Aullidos al sol

Me desperté, gracias a que al pequeño cachorro se ha puesto a jugar con mi oreja y a morderla, le intenté coger con cuidado, pero escapó corriendo hasta mis pies, y ahí  movía el rabo y daba pequeños ladridos, indicando que quería jugar, sonreí:
-Cuanto tiempo llevas despierto eh? retaco!- reí. Agarré al pequeño,pude observar que ya estaba curado, le saque la "venda" y vi que casi esa herida estaba cerrada, tal vez me equivoqué al pensar que era profunda, me alegró poder verle correr a mi alrededor mientras me trenzaba el pelo y me disponía a andar, era hora de buscar comida.
Mientras andaba en busca de algo que darle de comer al pequeño, este corría entre mis piernas, casi me hace tropezar un buen par de veces.
Miré a uno de los arboles, y pude ver un nido:
-Espera aquí, voy a por el desayuno- Empecé a escalar el árbol y le eché mano a los huevos, los miré y parecían enormes.
-Estos son huevos y no los que compraba el gilipollas de Anheru!- Tras decir esa frase, me pareció ver que no me importaba nada lo ocurrido con Anheru, sonreí al verme capaz de mencionar ese maldito nombre y no llorar.
Bajé, y el pequeño estaba ansioso por verme, le acaricié.
Rompí un par de huevos en mi mano y se los di al cachorro, los embriones estaban a medio hacer, por un momento me dio pena, pero eran esos pájaros o nosotros.
Los otros dos que quedaban me los comí yo, apenas me llenaron pero me dieron algo de fuerza hasta el mediodía.
A dicha hora, me puse a hacer las curas al pequeño, y después nos pusimos a juguetear como tontos, pero por el fondo del bosque oía una voz familiar:
-Hawky?!! estas ahi?!!
-Mierda!!!- Era Anheru, venía en mi busca, seguramente me buscaría por todos los sitios, y este es el último que miraría. Agarré al lobezno y escalé un árbol, mirando por donde iba. Se paró a mirar las viejas "vendas" llenas de sangre y agua del cachorro, y los huevos rotos que comimos crudos en la mañana, Anheru murmuró:
-Tiene que estar herida...maldita sea...Hawky!!!!-Salió corriendo, y esperé un rato a que se fuera.
Bajé del árbol y el pobre lobato me miraba con cara triste, sollozando, como si subiera lo que pasaba, le abrazé y salimos corriendo en dirección contraria por donde se fue Anheru.
Después de ese indeseado encuentro, me puse a pescar un par de truchas. Las cociné y las comimos entre el pequeño y yo. La noche parecía ponerse enseguida y monte un refugio  y una pequeña hoguera como hice la otra vez.
Esta vez el lobato no se adormeció rápido, se puso a aullar al atardecer, como si se despidiera del sol, contemple esa hermosa escena mientras duró.
Ahora, al parecer tenía un nuevo hogar, y se puede decir, que este pequeño me ha salvado la vida, al igual que lo hice yo con él.

Aquí tenéis al pequeño cachorro en cuestión,
esta foto fue sacada un poco antes de coger el desayuno.