Aprendiendo a perdonar

Abrí la puerta de casa, y todo estaba destrozado, me asusté, pensaban que eran ladrones, y yo estaba sola, con una mochila como una arma defensiva.
Me asomé con cuidado a mi habitación, para ir a buscar una de mis espadas o mi querida guadaña Misshandetethd, pero mi corazón se paralizó al ver lo que había en mi cama.
-Hola bola de pelo...- Noté como mis pupilas se contraian del miedo al ver a Zoro tirado en mi cama, rodeado de botellas de sake, parecía que, a pesar de beber tal cantidad de alcohol,  no estaba borracho.
-Q-que haces aquí?- saqué la mochila de mi espalda y la agarré firmemente de los tirantes, esperando una respuesta convincente.
-Quería disculparme... y me ha costado encontrar tu casa puesto que me he perdido varias veces.- Se levanto de cama, y se puso enfrente mia, me acaricio el pelo, yo aún tenía la mochila en mi mano, con la intención de usarla como arma.
-Grr...- Gruñí, el sonrrió
- Crees que estoy borracho?- No, no lo estaba, tansiquiera lo parecía, pero tenía miedo.
-Esto no es propio de ti...
-Lo se.... y se que Anheru no perdona mis actos... pero quisiera explicarte algo....
Nos sentamos en cama y me puso en las manos un colgante de plata, era un hada, la cuerda era simplemente de hilo.
-Eso es lo que me ha hecho hacer eso
-Y quien te lo ha dado?
-Ureas
-Explícame todo, Roronoa.